martes, 4 de marzo de 2008

"FOTOS CON MEMORIA Y COMPROMISO" Charla con Aurelio González

Este es el resultado de una emocionante charla mantenida con el fotógrafo Aurelio González, 11 de diciembre de 2007 en las escalinatas del Teatro Solís una noche ventosa de primavera, cuando lo crucé por la calle Buenos Aires. Salimos de nuestro apuro y nos pusimos a conversar.
Su sencillez en la apariencia y en la mirada, no me dejaron duda alguna de sus palabras, de su compromiso y de su entrega en ese oficio que abrazó desde muy joven en un país con calles teñidas de manifestaciones, convulsionado por sucesos locales y mundiales. Aurelio es testigo de esa época y sus fotos hoy parte de esa memoria silenciada.

Entre enero y marzo de 2006 fue hallado el archivo fotográfico del diario El Popular que había sido escondido en 1973, ante la inminencia del golpe de Estado en nuestro país. Aurelio González era el Jefe de Fotografía del diario y desde entonces lo cedió en custodia al CMDF. Hasta el momento han sido documentadas 4.400 fotografías sobre las 48.626 que componen la totalidad de este fondo. Con la finalidad de hacer público este hallazgo se realizó una selección de las fotografías de este diario
–especialmente de los convulsionados años sesenta- que como dice Aurelio son “nuestras fotos”.

- Aurelio, hablame de la última muestra de las fotografías del diario “El Popular”, que se realizó en el atrio de la IMM.
“Yo no había visto las fotos que los compañeros del Centro Municipal de Fotografía habían seleccionado para la exposición. Lo hicieron con un criterio muy profesional, además no sólo se trataba de las fotografías sino del trabajo que ellos hacen para recuperar esos negativos”. La exposición era sobre el diario El Popular . Yo no sabía lo que habían elegido y un día antes de la exposición, Daniel Sosa que es el Jefe del CMF, me dice: - Vamos hasta arriba que está colgando algunas fotos”.
“Cuando vi las fotos –porque las hicieron en un tamaño adecuado y además porque las leyendas allí expuestas eran brillantes- me quedé asombrado (…) ¡cuando vi esas fotos de hace tantos años, que no solamente las saqué yo, hay otros compañeros que han sacado! ¡Me acordaba de todo… hasta de palabras! Me acuerdo que nosotros decíamos en el diario “Necesitamos más periodistas y más recursos” y un diario contra de por ahí salía diciendo “Sí, lo que ustedes necesitan son más periodistas”.

Mauricio Rosencof –entre otros de su generación- fue uno de los periodistas y fundadores del diario “El Popular”.

“Cuando vi esa foto de los peones de tambo, porque hice la primer marcha de los peones rurales que fue allá por el ’57 (…) la gente venía de Isla Mala, de San José (…), pero nos juntábamos todos en la ciudad de Santa Lucía y vinimos caminando a Montevideo”.

“Y ahí me encuentro esos peones de tambo con un letrero hecho a mano “Primer Congreso de los Peones de Tambo”–con esa humildad propia de la gente del interior-, me llegó al alma; cuando veo esa viejita con una botella de leche CONAPROLE
–cuando faltó la leche en un tiempo- y con su pañuelito…y observo la Plaza Libertad llena de gases y la policía garrote en mano viendo a qué enemigo golpear”…



El diario El Popular vio luz por primera vez el 1/02/1957 y se vio acorralado por sucesivas clausuras el 26 de octubre de 1976. En esta primera época El Popular fue diario en formato sábana (con mucha letra, como los diarios de antes); posteriormente sus ediciones tomaron color y la definición y calidad fotográfica fueron evolucionando junto con la publicación.

“De yapa, el documental”

- ¿Y del documental qué me decís?
“Y después el documental de cuando nosotros logramos entrar al edificio Lapido, cuando encontramos los negativos y los tuvimos que sacar de ese ducto”.

“Cuando aparecen los negativos allí estoy yo, maravillado viéndolos y digo unas palabrotas: - ¡Qué lo parió!”

Aurelio se refiere al documental “Al pie del Árbol Blanco” que narra cómo se hallaron y recuperaron esos cientos de negativos sellados por la humedad, pero que el tiempo no doblegó.

Un círculo que se cierra

“Entiendo que son pocos los seres humanos que han tenido esa dicha. Soy uno de los pocos que ha tenido ese privilegio en el Uruguay. No por ser mérito mío sino porque así se dieron las cosas, así rodó la vida, las circunstancias. No hay muchos ejemplos en el mundo de negativos de una historia escondida y recuperados después de muchos años y además, recuperarlos en buen estado”.

“Pero recuperarlos en un momento muy especial: cuando aparece el primer desaparecido, Chávez Sosa en Pando, al otro día aparecen los negativos”.

“Ayer me hicieron una nota en el Semanario Crónica y me preguntaban: - ¿Qué sentiste?. ¿Cuál fue la foto que más te impactó?”. Y yo les contesté: -Sentí muchas cosas… En un primer momento era la primera foto, pero iba pasando el rollo y era la otra (…). Eran un montón de impactos.

Es maravilloso porque siento que es como un círculo que se cerró. ¡Ahora puedo morirme! (se ríe). Y se desdice ¡ahora no puedo morirme!

- En un momento en que Uruguay y en América Latina la realidad ofrecía muchísimos acontecimientos, materia prima…
-
“¡Lo que tú decís parece que hubieses nacido en mi época y sos una chiquilina!”

“Moría el viejo Uruguay”

Fueron años muy especiales, tiempos en que moría el viejo Uruguay: el Uruguay de la abundancia, del bienestar, del final de la Guerra Mundial, de la Guerra de Corea.
Ese Uruguay moría y nacía el de la primera carta de intención con el Fondo Monetario Internacional, cuando se empezó a deteriorar la vida en el país. Saltó el dólar, los salarios se deterioraron y en función de eso había luchas y los gobiernos trataban de que no se produjeran, pero reprimiendo. Hubo mucha lucha por el presupuesto de la Universidad y por el salario de las familias. Y todo eso está reflejado en fotos.

En una de sus páginas del último mes de su edición encontramos en una de sus páginas un recuadro con palabras de un discurso de Líber Seregni –irreconocible por su lozanía para las nuevas generaciones acostumbradas a otra imagen-, pronunciado en Paysandú el 28 de mayo de 1972: “Es con esa fuerza de nuestra razón, con la seguridad y la firmeza de nuestras ideas que enfrentaremos el presente y el futuro, porque estamos convencidos que sólo el pueblo organizado democráticamente es el protagonista de la historia”.

“¿Un tipo de suerte?”

- El fotógrafo, entonces, ¿es un testigo privilegiado de esos acontecimientos?
“El fotógrafo es un tipo de suerte. Por ejemplo, nosotros en tiempo de dictadura manifestábamos, salíamos a las fábricas a sacar fotos, pero también a explicarles qué estaba pasando”.
“En la concentración, en la manifestación del 9 de julio del ’73 que fue la culminación de esas ocupaciones, yo estaba manifestando pero tenía la ventaja de estar sacando fotos”. Había mucha entrega”.

“Ayer me preguntaban en una entrevista: - ¿Tenías miedo?”. “- Hay cosas que son más fuetes que eso. Miedo tenemos naturalmente. Pero cuando salías era más fuerte la convicción de estar allí, de fotografiar. Tengo que ir a la fábrica y hacerlo, era superior al miedo”.

- ¿Cómo conviven las utopías en este momento en que el mundo ha cambiado tanto?
“Es verdad. El mundo ha cambiado. Pero con la muestra que se inauguró el 10 de marzo de 2006 –era el cumpleaños de Zitarrosa y no lo sabíamos, fue una linda casualidad- comencé a recorrer el interior, porque me invitaban.”
“La gente no podía creer que después de treinta y tantos años hubiera escondido esas fotos y las hubiese recuperado”. “La gente festeja eso”. “Había muchos jóvenes que se emocionaban (…), muchos de esos jóvenes van al Pilsen Rock y me parece bárbaro…”

La muestra estuvo en la Universidad de Salto con más de 200 jóvenes en el auditorio, donde se contaba la historia de esos negativos. También en la Facultad de Psicología o en el Instituto de Educación Física, entre otros lugares.

Horizonte borroso

“Vivimos otra época. Nuestra generación tenía una meta. Teníamos el ejemplo de la revolución cubana que había luchado contra una dictadura feroz y se había enfrentado y se seguía enfrentando al imperio”. “Para nosotros era un ejemplo y nos daba ese aliento. Luego vino la guerra de Vietnam, donde ese pueblo sin industrias se enfrentó al sistema más poderoso del mundo y lo venció”.

“Han pasado dictaduras además la sociedad de consumo, donde esas cosas entran a tu casa sin pedirte permiso (…), los jóvenes se encuentran que no son protagonistas. Entonces, se retraen. Aparece algo feroz como es la droga y los jóvenes no saben bien qué camino agarrar”.
- En un mundo donde las cosas no están tan claras como antes…

“Hoy imaginate que si el Uruguay no se aferra al comercio con Malasia…. no podemos sobrevivir.”
- Y el exilio, hoy, es económico…

“Te vas con un drama terrible… los padres que se quedan y se va el hijo… -acá o en cualquier país- se va un pedazo tuyo, se va lejos y se desprende de un montón de cosas”.

“La globalización, que se le dice, el capital se ha metido, acapara todo y unas pocas multinacionales son mucho más poderosas que muchos estados juntos”.
- Entonces, ¿cómo defender las utopías?

“Yo siempre luché por el socialismo. El socialismo de la Unión Soviética fracasó, cayó, tenía defectos. Pero así todo, creo que el camino es el socialismo, porque hoy vivimos en un mundo donde vamos detrás del peso y por el dinero somos capaces (…), por ejemplo, en este lío que tenemos por las pasteras con Argentina (…) que si el río se deteriora. (…) Y pescaremos el último atún y todo por el dinero”.

- ¿Querés agregar algo más sobre tus fotografías?

“¡No son tan mías!”. “Vengo de la Casa del Inmigrante que queda en la calle Reconquista y hablando les comenté las fotos que había dado para una película cien fotografías; y me preguntan: - ¿No cobraste nada?, mientras hay diarios que las venden a 50 o 60 dólares.”
“Me vienen a pedir y siempre las he dado”. “No he cobrado ni un peso. No lo necesito”.

“Estas fotos son nuestras. Pongo este ejemplo –que no sé si está bien puesto-: cualquiera canta por ahí las canciones de los Olimareños o de Zitarrosa y no paga nada por ello. Porque se ha hecho nuestro”.

- Pero ¿algo especial tienen esas fotos?
“Sí, son fotos de una época. Además, nuestro diario si algo tenía distinto a los otros era que nos importaba qué pasaba en las barriadas humildes, en las fábricas, en los lugares donde no tenían voz”.
“Sabían que tenían tu voto cada cinco años, pero no tenías derecho a decir, a contar lo que te pasaba. Nosotros le dábamos voz a esa gente: les relatábamos sus miserias y también sus alegrías –si las había-”.

“Un país que lo ha hecho su gente”

“Entonces, lo que tienen esas fotos que las hacen distintas a otras es porque tienen mucha lucha, mucha movilización”. “Porque este país – yo no digo que no haya tenido dirigentes políticos importantes-, pero por sobre todas las cosas lo que este país siempre ha tenido es su gente: gente con claridad, que salió a luchar, a reclamar sus derechos”.

“Y cuando tú ves esas fotos y te encontrás con esas movilizaciones por los barrios (…), por Veracierto que estaba lleno de fábricas textiles, o por el Palacio Legislativo con una manifestación con carteles de los judiciales y los universitarios, junto con los hombres de la construcción y los frigoríficos (…)”.

“Un camino para llegar”

“Por eso te digo que este gobierno lo hacen esos hombres y esas mujeres que abrieron este camino donde llegamos. No sé qué va a pasar con él (…)”.
“Hicieron ese camino para llegar –yo no digo que la nueva generación no lo hizo-, pero viene de atrás, pasó por toda esa lucha. Porque hubo algo antes (…)”.

Al encuentro de la memoria

- Aurelio: ¿Las fotos se parecen a la memoria?
Aurelio suelta una carcajada, mi mira y responde. “Lo que ocurre es que las fotos son memoria. Una memoria que la puedes tocar. Ese es el valor de nuestras fotos, que es nuestra historia”.
“Recuerdo que en la inauguración de la muestra del 2006, el Dr. Erlich en su intervención decía que esta historia tenía un parecido, una similitud con la historia de aquellos judíos polacos que los tenían en un campo de concentración. Y decían:
- Vamos a dejar algo escrito y escondido, que algún día alguien lo encontrará”.
“Allí escribieron sus últimas líneas, despidiéndose de sus familias y las enterraron”. “Hoy se encontraron”.
- ¿Es una forma de perdurar?
“Es una forma que te llegue la palabra de tu padre, de tu abuelo (…)”
“Y nosotros en ese lugar que la escondimos, allá arriba (…) desaparecieron porque hubo obras. Alguien haciendo la remodelación las encontró; ese hombre –yo no sé si por comodidad o por convicción política- pensó: -Esto no puede quedar aquí. Lo tiró a un ducto, y de allí arriba aparecieron en el subsuelo”.
“Cuando aparecieron y tuve la oportunidad de subir para ver dónde estaban y miré allá arriba y ví esos negativos entre escombros, cenizas y suciedad (…): ¡era como un Ave Fénix, ¿me entendés?. ¡Salía de todo eso!”
“Cuando ví la primer lata que sacamos oxidada y que dejé brillante como el metal: ¡qué orgullo!. Era algo mío que había sido capaz de resistir, de esconderse y luego de escondida cuando la atacó la humedad supo sellarla y aguantó”.


Lourdes Núñez, Montevideo, 11 de diciembre 2007