martes, 9 de octubre de 2007

CRÓNICA DE UN VENDEDOR EN DÍA LLUVIOSO

Muchas veces creo que las personas se acercan a mí por algún motivo mágico o misterioso, pero creo que hoy fue simplemente por desahogo o soledad.
Fue así que un hombre de unos 40 años, cargado de bolsos de todo tipo y tamaño se sentó a mi lado, en el fondo del ómnibus y comenzó a hablarme.

- ¡No sé puede creer lo que llueve! ¡Estoy todo mojado! ¡La verdad no sé ni para qué vine a armar el puesto, me hubiera quedado en mi casa!

Como podía me estaba contando el desastre que significó la lluvia para él como vendedor ambulante, como para tantos otros que se rebuscan así la vida.

Pasó la queja y me comentó que quería comprarse un celular de los baratos para saber cómo estaba su hija que “la habían internado en el hospital”.

Me dijo que hacía 40 años no se daban estas lluvias, porque era un ratito y salía el sol y que eso “lo han dicho los diarios y las noticias internacionales” (…) “lo de la atmósfera, lo de la capa de ozono”.

Después sacó un cartoncito con los datos por si sabía de algún trabajo, se podía leer en cursiva cómo este hombre se ganaba la vida:

“Feriante del BPS. Tomo objetos en desuso.
Carpintero. Solicito empleo o changas.
Teléfono de referencia de amistad o de años”…

A veces, una línea en cursiva alcanza para describir una vida. No supe su nombre, pero a veces creo que no tiene importancia saberlos. Con lo que ví y escuché me alcanzó para imaginarme cómo era su vida.

Me sentí idiota al preocuparme por tantas trivialidades que se sucedieron en mi jornada y la verdad me hizo recobrar la conciencia de que la vida está más allá de lo que uno pueda elucubrar dentro de 4 paredes.

Antes de que me bajara del ómnibus me preguntó: ¿usted cree en Dios? y me extendió un arrugado folleto celeste.

La vida está ahí afuera. Hay que salir a buscarla.



Lourdes Núñez
9 de octubre de 2007

jueves, 24 de mayo de 2007

LA LUZ DE LA MEMORIA

Nota publicada en el suplemento “La República de las Mujeres”, 13 de mayo de 2007

“RESISTIENDO CON LA LUZ DE LA MEMORIA”

Vecinas y vecinos, familiares y todas aquellas personas que
resistieron la dictadura en el barrio, buscan instalar un espacio
público en memoria de las ex presas políticas de Punta de Rieles.
Para concretarlo, vienen reuniéndose y sumando esfuerzos a partir de
Memorias para la Paz, un ámbito en el que coinciden personas de
diversa inserción social con las protagonistas de aquellas gesta.

LOURDES NÚÑEZ URRUTI

No viví los oscuros años de dictadura; era tan sólo una niña de cinco
años cuando volvimos a la democracia recuerdo la transmisión
televisiva de la asunción del mando como un suceso imborrable-.
Durante mi adolescencia no supe de la dimensión y la fractura social
que había provocado la dictadura en nuestra sociedad; sólo cuando
entré a la Universidad y empecé a preocuparme por leer otros libros
fue que pude acercarme al dolor desde la caída de Allende a la
propagación del Plan Cóndor por nuestro continente.
Es intención de esta nota contribuir a rescatar la memoria como
construcción desde la alegría y la resistencia y no siempre desde el
dolor, aunque no perdamos la capacidad de indignarnos, porque como
dice Eduardo Galeano, la alegría requiere más esfuerzo que la pena,
porque al fin y al cabo a la pena estamos acostumbrados.

VIDA EN COLECTIVO

Había días blancos, otros negros, por lo tanto había también algunos
grises, pero algunos se teñían de rojo, otros de amarillo. En esas
combinaciones hacíamos vida, en espacios que iban de una cucheta a la
otra y al espacio entre ellas. Si comparamos la cantidad de metros
cuadrados de los que disponíamos en proporción a la creatividad de
mecanismos de supervivencia, las reglas de la Matemática se caen a
pedazos (Š)
En la vida actual el individualismo es exacerbado, importa mucho lo
que se muestra. En nuestra convivencia el motor más fuerte fue la
solidaridad y nuestros objetivos no eran personales, era imperioso que
todas estuviéramos bien; si aparecía alguna flaqueza había que
trabajar para superarla, pero todas juntas (Š)
Con cuentos, con ideas, todo se hacía disfrutadle. En el
intercambio encontrábamos que la vida no se había detenido en el
momento en que nos bajaron las rejas.
(Relato de Graciela Nario (Paloma) en De la desmemoria al desolvido",
colección Memoria para Armar, noviembre 2002, Págs. 74 y 77)

MEMORIAL EN PUNTA DE RIELES

A 30 años de la dictadura y en tiempo de reparaciones, la iniciativa
de instalar un espacio público que recuerde las vivencias de ex presas
políticas y de sus familiares en una plazoleta ubicada en Ruta 8 y
Camino Guerra, pone de manifiesto el trabajo en conjunto desde hace
unos años de la Comisión de la Mujer y el Zonal 9 de Montevideo, la
organización no gubernamental Mujer Ahora y un grupo de ex presas
políticas nucleadas en el Taller Vivencias, conformando el espacio
Memorias para la Paz.
Ese era el punto de partida de las y los familiares para hacer el
camino hacia el Penal de Punta de Rieles, ubicado en la localidad
montevideana del mismo nombre.
El objetivo central del emprendimiento es contribuir a recuperar la
identidad de la Zona 9, incluyendo en el territorio la memoria de las
mujeres que lucharon y resistieron en dictadura, rescatando la
presencia del Penal en el barrio, resignificando en el entorno urbano
lo vivido allí.
Con la finalidad de concretar esta idea y de que se involucrara la
gente de la zona, el pasado 24 de marzo se realizó un taller con la
arquitecta Gabriela Duarte en el Teatro Punta de Rieles; frente a la
plazoleta elegida, un segundo encuentro tuvo lugar el 12 de mayo para
hacer una devolución de los aportes de las ex presas, el vecindario y
todas las personas que participan en la iniciativa.
Una de las propuestas que surgió fue colocar a lo largo del camino que
realizaron durante años los familiares de las presas, símbolos de
todas aquellas cosas o palabras prohibidas dentro del Penal, como
aurora, paloma, solidaridad, manos. También se sugirió cambiarle el
nombre.

UN PUÑADO DE VECINAS

El 8 de marzo, Día Internacional de la mujer, la integrante de la
Comuna Mujer de la Zona 9 Gladys Ferrúa, explicó durante la
conmemoración organizada por Amnistía Internacional en Maroñas:
"Hoy estamos luchando por un espacio en Punta de Rieles que reivindique la
memoria de todo lo que vivieron los vecinos, lo que vivieron los
familiares en este largo caminar de 2 kilómetros llevando sus bolsos
para ver a sus mujeres presas".
Ferrúa enfatizó que "los hombres, los ex presos han podido llegar al
registro de cuántos fueron los que estuvieron. No así las mujeres, eso
se les ha negado una y otra vez".
Otra de las iniciativas de Memorias para la Paz es convertir el Penal
de Punta de Rieles en un espacio de formación para la gente del barrio
y también para no olvidar.
Ferrúa dijo que "el Penal está a 2 kilómetros de la Ruta 8, hoy
alumbrados y asfaltados; (a las presas) las largaban a cualquier hora
y sin aviso previo a la familia. Los vecinos de la cooperativa
Covitrema eran lo más cercano al Penal en este momento. Las mujeres
hacían guardia esperando a las presas que salían y eran las primeras
en abrazarlas y darles el primer contacto con el exterior".
Durante una recorrida para realizar esta crónica, esta vecina nos
relató: "Había un almacén en la zona donde cuando llovía los
familiares podían dejar sus bolsos. Había gente solidaria a pesar de
que existía muchísimo miedo".
Gladys Ferrúa sostiene que "la historia se escribe según la mirada de
género y el rescatar este tema desde la Comisión de la Mujer de la
Zona 9, fue rescatar la memoria de las mujeres y la memoria de la
resistencia. De esa resistencia pacífica, tenaz, silenciosa de las
mujeres".

LA MEMORIA MENOS OSCURA

Graciela Nario (Paloma) también nos comentó que “se intentó rescatar la
parte menos oscura de esa memoria”. Entonces, cada vez que se juntaba
por algún motivo este grupo de mujeres que además habían sido presas
políticas, "volvían a recordar de forma casi natural" tejiendo esos
recuerdos. Hasta que se dieron cuenta de que "había llegado el momento
de construir la memoria para que no se fuera con ellas" y "cuando se
disparaban las conversaciones se grababan y con ello se fueron armando
las historias" –explicó Graciela-.

Paloma relató que "ella pensaba que era un barrio de milicos porque
estaban muy lejos de los vecinos, pero que con el tiempo se fueron
dando cuenta de que no era así".
En noviembre de 2003 se reencontraron en el salón Comunal de Covitrema
el vecindario y las ex presas de Punta de Rieles. Participaron jóvenes
de la cooperativa que eran niñas y niños en dictadura y que relataron
sus juegos, como veían el Penal, sus silencios.

También se precisó un dato: en tiempos de dictadura y siendo niña, la
arquitecta Duarte visitó a una tía en Punta de Rieles.
Paloma enfatizó que “cuando salió la gente le preguntaba cómo había
aguantado tanto tiempo”, y ella respondía: "lo más importante era la
vida y resistir al objetivo de destruirnos, apoyadas en nuestras ideas
y en los lazos tejidos en la vida cotidiana: compartiendo alegrías,
tristezas, horrores o rabias".

COVITREMA

"Era la única cooperativa de viviendas que había en el barrio a
principio de los ochenta, cuando la dictadura vivía su ocaso, desde
allí las mujeres de la cooperativa salían a recibir a las presas que
liberaban. Cuando los militares descubrieron que las largaban por acá
y las estaban esperando (cerca de un arroyo donde ponían un vallado
que cada vez iban desplazando más), las largaban por el otro camino,
por Cochabamba. Y las que en cada acto patrio ponían en el fondo de la
cooperativa (desde donde se ve el Penal) los parlantes muy fuertes con
el himno en las fechas patrias, pensando que iba a llegar a los oídos
de ellas. Como todo era más despoblado parecía más cercano el Penal".
Cuando en Navidad los vecinos de Covitrema tiraban las bengalas rojas
y por algún recovequito las presas lograban verlas, pensaban que "les
estaban tratando de decir algo". Y sí, les estaban tratando de decir
"estamos acá".
Miriam, una vecina de la cooperativa, contó que "ella no podía
disfrutar porque se sentía culpable al saber que había tanta gente
cerca y pasando tantas cosas".
El primer encuentro de las ex presas de Punta de Rieles con el
vecindario se realizó en noviembre de 2003 en el salón comunal de
Covitrema.

ESTRATEGIA PARA RESISTIR Y SOBREVIVIR

El pasado 8 de marzo también había brindado su testimonio Stella
Reyes, ex presa política, quien estuvo 9 años en el Penal de Punta de
Rieles.
´´Estas mujeres que resistieron en Punta de Rieles sufrieron y
lloraron mucho, pero también pudieron reír, festejar cumpleaños,
obsequiar algún objetito muy querido a una compañera que liberaban.
Compartir lecturas, hacer obras de teatro. En fin, sobrevivieron,
vivieron´´.

Stella relató "nosotras para defendernos de todos ellos
cantábamos, tocábamos la guitarra, hacíamos teatro, nos reíamos.
Festejábamos cumpleaños, observábamos a los vecinos desde algún
pequeño agujero. Teníamos diferencias: pertenecíamos a diferentes
grupos políticos, había mujeres de todos los estratos sociales ­de la
alta sociedad, de clase media, de clase baja-´´. No obstante, ´´no
existían las diferencias, las hacían ellos. A las mujeres de clase
alta las llevaban a la pajarera a limpiarla y con todos los pájaros
dentro no terminaban nunca. Volvían terriblemente humilladas".
Uno de los trabajos forzados que realizaron fue descrito así por
Stella: "arrastrábamos un rodillo gigante que tirábamos por las calles
como en la época de la prehistoria. Lo arrastrábamos entre muchas para
hacer la calle". Pero aclaró: “los trabajos forzados
siempre los hacíamos a desgano".
Reyes relató: "cuando la gente nos apoyaba y nos denunciaba desde
el exterior había momentos de calma. También cuando venía la Cruz Roja
y nos daban montones de libros ­que nunca antes nos habían dado-.
Cuando se iban, a los 15 días hacían la fogata en el campo, donde
veíamos con llanto que quemaran libros que no llegamos a leer".
EL ENCIERRO ADENTRO Y AFUERA

"Los que vivieron afuera también vivieron encerrados, y vivieron
encerrados los que vivieron en el exilio pensando en volver. Y las que
estábamos presas. No somos nosotros mí generación- sino los más
jóvenes los que van a construir, pero tenemos que contarles lo que
hemos pasado para que no vuelva a suceder nunca más".
En el Penal "habían tapiado las ventanas para que nosotras no
miráramos los movimientos. Muchas veces no pudimos ver nada. Muchas
veces sí, porque había personas que nos llevaban y se distraían o a
veces se dormían. Nosotras íbamos esposadas, no podíamos salir, pero
por alguna rendija mirábamos el vecindario, las calles, los árboles.
Cuando salíamos en los carromatos ­vehículos muy cerrados- por una
rendija veíamos a los vecinos, la ropa tendida. Para nosotras era muy
importante, era la vida, era una recompensa espiritual, que llevábamos
dentro´´.
"Un día yo volví con una condena de 12 años y mirar los árboles o las
calles o mirar a un vecino que estaba parado en la puerta, era algo
que a mí me decía "no vas a estar 12 años".
"Quiero recalcar porque fue lo que nos mantuvo vivas ahí adentro:
nosotras no sabíamos si íbamos a poder salir (pero)… pensábamos siempre
que sí".

PARA "NO EXACERBAR A LA TROPA"

"Mostrar el tobillo en el recreo era una forma de ´exacerbar a la
tropa que estaba en las torres y cerca de los alambrados, según los
militares de la época. Por ese motivo, era que les prohibían a las
reclusas colgar las prendas interiores al aire libre o, en el mejor de
los casos, tenderlas entre medio de toallas y otras prendas para que
quedaran cubiertas, lejos de las miradas de los que las custodiaban´".
Las celdas las compartían 12 mujeres, por tanto era imposible
colgarlas en el baño y pretender que se secaran. "Hasta llegaron a
comprar una secadora para las bombachas- recuerda Stella- para que no
las colgáramos afuera. Esa también era una forma de represión contra
la que luchábamos, buscando la forma de que no funcionara ese aparato
para tenderlas al sol, al aire libre".
En lo que fue una de sus últimas creaciones en cartel, Horacio
Buscaglia llevó esta anécdota ­ que también relata Ana María de Marco
(la chiquita) y está incluida en Memoria para Armar I y II, a las
tablas en el Teatro Circular.

LOS REPRESORES DE AYER

“Jorge (Pajarito) Silveira vivió con nosotros todo esto, se pasaba
allí adentro; a pesar de que en el careo que tuvimos dijo que cumplía
un horario de las 8 de la mañana a las 2 de la tarde”, relató Stella.

“Mientras Silveira me amenazaba con su mirada era igual que en los cuarteles,
igual que siempre: no me pegaba porque no podía, no me torturaba
porque no podía. Negaba la tortura como la negaron todos”, sentenció Reyes.
Silveira hacía recorridas por el barrio y creo que sabía dónde vivía
cada uno. Cuando salíamos a la calle él nos decía que eso no lo
íbamos a ver nunca más”, reveló Stella.

VOLVER A LA LIBERTAD Y AL BARRIO

Stella evoca con mucha emoción el día que la liberaron: “el día que me
soltaron caminé dos kilómetros a pie con mis padres que me fueron a buscar”.
“Los que cuentan que nos esperaban a la salida (las mujeres de
Covitrema) es real. Para las que nos quedábamos adentro, de alguna
manera nos hacían llegar que cuando habían salido habían sido
recibidas por el barrio”.
Reyes enfatizó “todo este barrio es el que tiene todo el dolor de nuestras compañeras
Muertas, las compañeras de trabajo forzado que murieron sin atención
médica. Murieron compañeras en los calabozos”.
“Para mí es un gran orgullo saber que a mi me dijeron que no iba a
volver nunca más acá y he vuelto. Salí”, finalizó Reyes.

Stella sobrevivió y vive en el Buceo. Cursó en el Instituto de
Profesores Artigas (IPA) luego de ser liberada y hoy es profesora de
Geografía en varios liceos de Montevideo.

lunes, 9 de abril de 2007

UN REY LLAMADO ALÍ

Por Lourdes Núñez
Relato sobre testimonio del fotógrafo Marcelo Ruiz


Esa mañana el viaje en metro transcurría rutinario e indolente.
En los vagones las clases se entremezclaban, pero las miradas acusadoras eran unidireccionales: de españoles a sudacas o cualquier otro no europeo.

Alí iba como todas las jornadas desde que había llegado a esa tierra, a trabajar en una obra en construcción.
A la hora pico en la estación que él subía no quedaban asientos, por lo que no había más remedio que ir parado.
De pronto, en el metálico vaivén del viaje, sintió una explosión y una ráfaga que sacudió el vagón y todos los cuerpos que albergaba: de españoles a sudacas, árabes y asiáticos.

Se miró y vio un panorama desolador y en el schock atinó a buscar su zapato rojo que había volado al otro lado de los hierros retorcidos. El vagón se abrió como una lata de sardina. Unos minutos después llegó la policía y luego de rescatar a blancos-europeos y latinos, atinaron a acusarlo del desastre y a golpearlo una y otra vez en el piso del vagón todavía humeante.
Él se defendió de los golpes y del dolor como pudo, hasta que reaccionaron y comprobaron que él no había puesto una de las bombas en la Estación de Atocha.


Alí es un árabe de piel café, pelo rizado y huesos flacos. Fue músico en su tierra animando fiestas hasta que el fanatismo y la violencia dejaron varios muertos en su familia, separando a los sobrevivientes por toda Europa.
Muchos niños y adolescentes huyen de sus casas, náufragos en tierras desconocidas cruzando fronteras asfixiándose en los camiones de carga y expuestos a todo con tal de dar otra dirección a sus vidas lejos del hambre y la guerra. Aunque en esas tierras les esperan “otras guerras”.

Recién llegado a España conservaba la esperanza de alejarse del dolor, sin saber qué destino le esperaba.
...
Alí vive desde hace dos años en una chabola que él mismo construyó en un gran parque de diversiones de Madrid.

Al costado del Estadio del “Atlethic” y del bullicio de las clases medias españolas, a un lado de una opulencia de un mega shopping donde sacian su sed de consumismo y en el medio de un gran parque de diversiones donde los grandes juegos y luces brindar un marco para sobrevivir y tener luz.

Este es su hogar desde el fatal atentado que le dejó sin una de sus piernas, condenándolo al rechazo de los patrones al verlo con su “pata de palo”.

Una vez, decidí acompañarlo a una obra para conseguir empleo y comprobé la desolación en su voz y en sus ojos, cuando le decían que “no había vacantes”. Ya no lo intentaría más.

- “Me alejé de la guerra que devora a mi pueblo, pero el precio de vivir en paz es la discriminación”.
- “Si España es una casa donde se nos recibe, se nos hace pagar cada céntimo de esa deuda con sangre, sudor y lágrimas”.
- Cierto día le pregunté“¿Qué sucede cuando uno se muere, Alí?”. Y él contestó con mucha naturalidad: ¡”Se muere”!

Este último tiempo me ha asombrado ver camino a mi trabajo, un enjambre de vecinos y perros en el medio de la calle en torno a las palabras de mi amigo Alí.

También en este último tiempo su chabola se ha poblado de algunos objetos, que le dan un afán de hogar que no he visto en otros sitios. En invierno hay que tomar algunas decisiones en cuanto al frío: o se escucha la radio, se prende la tevé o la estufa. Debo decir, que siempre predomina la tercera opción.

En su ronda diaria en procura de alimentos ante la opulencia de esta sociedad donde se descartan en los “restorantes” –en medio de patrones desquiciados por el dinero y latinos humillados- fue que lo conocí un mediodía.

Alí es el rey del parque...

Culminada una jornada provechosa y antes de subir una alta escalera rumbo a su casa, Alí reparte comida entre varios de los habitantes de la intemperie del parque –aunque no entiende por qué no aprovechan el espacio y construyen su propia chabola.

Hace unos años que somos amigos, compartimos charlas, comida y cervezas. Cuando me siento solo voy a visitar a Alí, encontrando consuelo a mis penas de ser un extraño en una sociedad que devora cuerpos, vidas y corazones.

Esta crónica es un homenaje a ese árabe y a su dignidad ante lo que le ha tocado en suerte en esta vida.

1 de abril de 2007

martes, 13 de marzo de 2007

TIJUANA: LA ÚLTIMA FRONTERA MEXICANA

Completamente inconsciente de lo que significaba un viaje y una estadía en la ciudad más al noroeste mexicano (frontera con EEUU), y de las connotaciones étnicas, sociales y políticas que implicaba, me embarqué en un viaje hasta ese punto en el mapa, totalmente desconocido para mí.

México representaba lo mítico para mí el legado indígena, pero al mismo tiempo demasiado lejano de nuestra formación “europeizante”.

Con pocas referencias, sin mapa y mucha ansiedad, esperé el día de la partida.

Luego de casi 36 horas de vuelo, y dos esperas agotadoras (en Buenos Aires y el Distrito Federal Mexicano): llegamos a la ciudad fronteriza de Tijuana.

En la última espera comencé a ver las desigualdades sociales en los actos más simples y cotidianos: un lustrabotas se situaba en un nivel inferior que al señor que se le sacaba brillo de sus zapatos, acomodado en una poltrona que parecía un trono.

Llegada a Tijuana

Era de madrugada cuando nos bajamos del último avión. Mojamos nuestros rostros somnolientos y con marcas de almohada, para tomar nuestras pertenencias y dirigirnos a MIGRACIÓN. Allí nos encontramos haciendo fila y de cara a unos hombres vestidos de verde y con cara de pocos amigos, infundiendo temor.

Luego de mirarnos fijamente y comprobar la autenticidad de nuestros documentos – sello mediante-, tomamos nuestras valijas y nos dirigimos a un hotel cercano a instalarnos.

Nos dividieron en dos grupos y cada uno marcho rumbo al alojamiento que le tocó en suerte.

En el hall del hotel todo era un caos y todos queríamos ir a dormir luego de tremenda travesía.

Me tocó en suerte el hotel “Corona Plaza”, edificio con un aire señorial pero con huellas de decadencia que sus funcionarios trataban de ocultar, vecino a la plaza de toros que le daba nombre. Espectáculo insólito para nosotros: salir al balcón y tener la sensación de poder tocar los restos de un pasado cercano.

TOMARSE UN TAXI EN TIJUANA
Fue una experiencia casi surrealista para mí, pues los taxis eran unos cadillacs rojos destartalados que iban levantando pasajeros por la ciudad y cada uno pagaba en función del recorrido que hacía –éstos taxis estaban por fuera de toda regla, pero circulaban cubriendo una necesidad real-.


Sentirse extranjera en Latinoamérica…

Cada vez que tomábamos un taxi para desplazarnos –era la forma de transporte más económica y rápida, aunque suene irónico por tratarse de autos casi de museo!- sentíamos las miradas acusadoras de la gente que viajaba -en las dos filas de asientos destinada a los pasajeros- a nuestro lado. Nos decían “güeros” a los de piel blanca, diferenciándonos de la cultura indígena y mestiza que predomina y que es fuertemente marginada social, económica y culturamente a través de todo Méjico.


Continuará…

viernes, 9 de marzo de 2007

JÓVENES CAMINOS HACIA LA IGUALDAD SOCIAL

16º Festival dela Juventud y los Estudiantes, 7 al 15 de agosto de 2005, Caracas, Venezuela

Desde el 8 a 15 de agosto pasado, 81 uruguayos tuvimos el privilegio de participar de este evento junto a 15 mil jóvenes de los cinco continentes, bajo la consigna “Por la paz y la solidaridad, luchamos contra el imperialismo y la guerra”. Muchos integrantes de movimientos estudiantiles y organizaciones políticas, otros tantos militantes de organizaciones de la sociedad civil e independientes.

La primera imagen que quedó en nuestras retinas luego de salir del aeropuerto, fue la de cerros tapizados de humildes casas y vegetación por doquier. Barrios -que nos comentaban- en su mayoría sin saneamiento, con calles sin asfaltar y estrechas, y con dificultades de abastecimiento de agua de las casas próximas a la cima.
Advertimos un país con desigualdades profundas.

Nuestra delegación era de índole diversa, una mezcla bastante representativa de los jóvenes organizados: militantes del Frente Amplio de todo el país (representando a sectores y bases) nucleados en la Comisión Nacional de Jóvenes del Frente Amplio (CNJFA), Jóvenes de Mundo Afro, FUCVAM, Departamento de Jóvenes del PIT-CNT, Instituto Cuesta Duarte, representantes de la FEUU, entre otros.

Convivimos durante ocho días en una habitación creada especialmente para las delegaciones en un Hipódromo en las afueras de Caracas. En ese mismo lugar se hospedaban otras delegaciones del Cono Sur, como Argentina, Brasil, Chile y Paraguay.

El entusiasmo y el despliegue de voluntarios (jóvenes en su mayoría), eran impresionantes, y fue evidente para muchos habitantes de la ciudad de Caracas. La propaganda era proporcional al evento, aunque existió sólo para algunos medios de comunicación venezolanos, y para muchos corresponsales del extranjero.
El Festival tiene implicancias ideológicas, que nos remontan a la Europa luego de la Segunda Guerra Mundial, pues en 1947 se realizó por ver primera en Polonia. Su organización reside en la Federación de Juventudes Democráticas; pero aquí no termina la trascendencia de este evento. Fue una oportunidad propicia para comenzar a establecer lazos con otras juventudes del continente, empeñadas en encontrar alternativas para construir sociedades más justas que nos incluyan y dignifiquen a todos.

En esos ocho días, pudimos comprobar algo que quedó resonando en muchos de nosotros: los procesos de transformación que se están poniendo en marcha en la sociedad venezolana (que no debemos comparar en ningún momento con nuestra sociedad), tiene como uno de sus protagonistas fundamentales a los jóvenes. Jóvenes que constituyen la franja población mayoritaria en Venezuela, (echo que no se produce en nuestro país, pero que no justifica olvidos), había estado relegada de las instituciones y las políticas de Estado.
Proceso nada sencillo, pero creemos indispensable para nuestra sociedad, que continúa expulsando jóvenes del sistema educativo y del país. En este sentido, como sociedad y ante la ausencia “histórica” de políticas de juventud, nos debemos un debate con detenimiento sobre nuestro papel para la construcción de justicia social e igualdad de oportunidades.

Tuvimos la oportunidad de acercarnos a ciertos rasgos de las Políticas Sociales por parte del gobierno de Hugo Chávez, y en particular cómo se apropia la gente de estos cambios, que es lo que más nos interesa.
Muchos de nosotros visitamos lo que se denominan “misiones sociales”, programas que implementa el Estado invirtiendo fondos en educación, cultura, salud, deporte, alimentación, como ejes fundamentales. Nuevamente notamos un rasgo que responde al estado de cosas en Venezuela y sus características: los estudiantes son la gran mayoría de voluntarios y facilitadores que trabajan con la población excluida de todo el país.
Las misiones sociales buscan “soluciones verdaderas a los problemas de la población más humilde del país, que abarca a más del 65 % de los 24 millones de habitantes de Venezuela” [1].
Los recursos humanos fundamentales son los voluntarios de cada comunidad (a la subdivisión en zonas a las que llaman parroquias), estudiantes que han accedido hace poco tiempo a la formación terciaria.
Lo novedoso de las misiones es que para su ejecución requieren de la cooperación de diversas instituciones del Estado, lo que permite articular iniciativas para que éstas lleguen del mejor modo a sus destinatarios.

Debemos acotar a todo esto, que la realidad educativa del pueblo venezolano no tiene nada que ver con la uruguaya –más allá de las crisis sociales y económicas que nos han azotado-, pues el acceso a la Universidad o a la atención primaria en salud, estaban reservadas a los más pudientes.
Con niveles escandalosos de analfabetismo, comenzó en julio de 2003 la
“Misión Robinson 1”, con la finalidad de enseñar a leer y a escribir a adultos de todo el país, mediante métodos audiovisuales. Según datos oficiales, en el término de un año se alfabetizaron más de un millón de personas.

Deberíamos tomar (salvando las distancias que nos separan) con especial atención las experiencias de las misiones, pues intentan dar el marco para generar proyectos en las comunidades. Bien podrían ser referencia para la próxima etapa del Plan de Emergencia.
Rescato, especialmente, el énfasis puesto en la formación de facilitadores que sean multiplicadores de conocimiento en las misiones. En especial la colaboración y articulación entre las universidades y el Estado, en las misiones educativas que se desarrollan en varios niveles: Misión Ribas (acceso al bachillerato para adultos), y Misión Sucre (que se propone formar a nivel terciario).
Un posible punto de comparación con el Plan de Emergencia y la erradicación de la extrema pobreza, podría ser el “Mercal”, mercados que permiten el acceso a precios bajos de los alimentos de la canasta básica mediante un subsidio del Estado.

En cuanto a la Salud, comenzó en abril de 2003 la “Misión Barrio Adentro” con la colaboración de médicos cubanos (y posteriormente con un acuerdo de cooperación entre los gobiernos) para garantir el acceso a la atención primaria a miles de personas.

Pero este panorama auspicioso no implica que sea tarea fácil construir la igualdad en la sociedad venezolana. Las clases más poderosas ven con recelo estos cambios, atacando constante y mediáticamente al gobierno, en especial a la figura de Chávez.
Más si consideramos que la principal fuente de recursos de este país (con gran parte de estas divisas se financian las misiones) la constituye el petróleo, uno de los productos más preciados para el mercado mundial. Parte de esas divisas se devuelven a la sociedad.
Puede cuestionarse que los venezolanos que creen en este proceso de cambio, dependen casi por completo de la figura de Chávez como motor, como impulso, como horizonte para tomar iniciativas. Pero en una sociedad acostumbrada al sometimiento tanto local como externo, es fácil juzgar desde afuera, sobre todo con el panorama que los medios de comunicación a nivel internacional brindan de la figura de Chávez. Además, el vínculo de los civiles con los militares no tiene nada que ver con la situación del Cono Sur, pues la sociedad venezolana no vivió en los setenta las brutales dictaduras que proliferaron gracias al Plan Cóndor.

Creo que cada sociedad debe encontrar los caminos que le son propios para construir alternativas de desarrollo sustentable, y que debemos bregar como colectivos por integrarnos en la región en pos del cumplimiento de los derechos humanos fundamentales, sean económicos, políticos, sociales o culturales. Los propios venezolanos serán sus jueces.
Tenemos mucho camino por andar. Debemos tomar parte de un proceso de globalización de lo mejor de nuestras comunidades. Nuestras condiciones objetivas son diferentes, lo sabemos.
No será tarea fácil ni proceso instantáneo, pero los jóvenes estamos dispuestos a proponer y ejecutar alternativas que nos acerquen a la igualdad de oportunidades con justicia social para todos.


Lic. en Comunicación, Lourdes Núñez
[1] Extraído de discurso del Presidente Hugo Chávez en la reunión de Jefes de Estado en Naciones Unidas, setiembre de 2004.

miércoles, 28 de febrero de 2007

CORTO DOCUMENTAL "SER MUJER"

“Cuidado, mujeres a la vista/ Vienen cargadas de sensibilidad./
Cuidado mujeres alteradas./ Vienen con cosas para no callar/ Cuidado mujeres con alas./ No sabés lo lejos que pueden volar”

Fragmento del tema “Mujeres con Ave María”, de la cantuotura sanducera Yisela Sosa

Todas sabemos que ser mujer no es sencillo, más si queremos dedicarnos a hacer algo diferente a lo que nos es asignado a nuestro sexo y mucho más complicado si estamos en el interior del país.

Dos mujeres jóvenes de Tala (Canelones), Flavia Correa y Rafaela García, pese a todos los vientos en contra supieron armar una propuesta de comunicación diferente donde se habló de Género y Diversidad.

Mucha valentía tuvieron para ir contra prejuicios y estereotipos instalados sobre el Ser Mujer, en especial en el interior del país, para comenzar con un programa radial y sostener sin apoyo alguno una propuesta televisiva que duró 2 años en el Canal 11, Tala Cable Color.

Por eso te invitamos a la proyección del cortometraje “SER MUJER” este domingo 10 de diciembre, que se va a realizar en Tala a partir de las 20 horas en Avda. José Artigas y José A. Trilles s/n (continuación de Ruta 7), al lado del hospital, Pub “Tío Roque”.

FICHA TÉCNICA
“SER MUJER”

Categoría: Documental
Cámara y Sonido: Rachel Lears
Música: Yisela Sosa
Temas: “Mujer en Luna” y “Mujeres con Ave María”
Edición: Ariadna Santini
Investigación: Lourdes Núñez y Tatiana Veljacic
Dirección: Lourdes Núñez

Realización: mayo de 2006, Tala, Departamento de Canelones-Uruguay

UN OTOÑO EN EL MINCHO BAR

Al cruzar el umbral de un pequeño bar céntrico, advierto un grupo de veteranos reunidos en varias mesas, conversando apasionadamente.
Me cautivan sus gestos y el ensimismamiento de la charla que los recorta del ambiente.
En la mesa: algunos libros y recortes de prensa, varios vasos de grapa miel y pocillos con café.
Me acerco y me siento en una de las sillas libres de este círculo.
La charla discurre naturalmente de política internacional a fútbol, teatro o literatura.
Su capacidad de hilar temas aparentemente inconexos, en principio, me inquieta. Esa primera tarde de abril, soy una simple observadora que progresivamente será aceptada en ese universo simbólico, más que generacional.

Todos los miércoles a las seis de la tarde –llueva o truene- este grupo de amigos cumple el ritual a pie juntillas. Más allá de su anonimato, este grupo parece continuar una tradición de este bar y algunos cafés de la ciudad. Pues, en estas mismas mesas del Mincho Bar, habitaron la poeta Marosa Di Giorgio (adoptándolo luego del cierre del Sorocabana) o Clara Silva en los setenta.

Ya a mitad de los noventa estos habitués de los miércoles persisten en este ritual de miércoles.
Esta tertulia tuvo uno de sus antecedentes en la denominada “peña del fondo”, donde escritores como Teresa Porzecanski, Ricardo Prieto (uno de sus impulsores) o el filósofo Julio Ricci –entre otros-, se empecinaran en rescatar un hábito traído desde mediados de los cincuenta en este mismo bar.
En este caso, reuniéndose todos los lunes y autodenominándose peña del fondo.

Según nos definió uno los integrantes de la tertulia de mediados de los noventa (que aún sobrevive), la primera vez que nos sentamos en la mesa de los miércoles: - “Nosotros somos homo sorocabanensis” .
Traduzco: hombres de café.


UN POCO DE HISTORIA
Lejos están las épocas en las que las mujeres eran juzgadas de libertinas por sentarse en la mesa de un café o bar.
Incluso esta tertulia cuenta con dos habitués mujeres: María (asistente social jubilada) e Isabel (docente de griego y astróloga).

Las paredes y habitués de este bar guardan sonidos de charlas entre lo intelectual y lo popular, la ironía-drama y comidad de los acontecimientos cotidianos, mezclados con reflexiones sobre los avatares de la humanidad.

A éste grupo los une la pasión por el oficio de escribir, recordar viejas épocas, pero también hablar del presente y del devenir de los hombres y mujeres.

UNO DE SUS PERSONAJES
ARIEL
Novelistas desconocidos como: Ariel Méndez, que en 1949 publica su primer libro; o el cuentista Aldo Cánepa o el poeta Aurelio Pastori, habitan este lugar.

Ariel conoce el Mincho a comienzos de los sesenta, cuando uno de sus singulares habitués, dueño de una librería céntrica y escribió bajo el nombre de L.Garini, lo llevó a este bar. Donde “los empleados del Automóvil Club tomaban grapa con limón a la vera del mostrador”.
En los sucesivos encuentros con la tertulia, Ariel, nos comentó -y se definió a través de sus palabras-:
- “Soy un hombre del llano y del Atlántico. Me gusta el mar.”
- Dentro de sus recuerdos de juventud nos comenta: “Salir sin gacho era imperdonable, salvo en verano por las altas temperaturas. Ya a los 15 años usaba gacho”.
- “El exilio de los uruguayos comenzó en los años ’50 y el destino era Venezuela”.
- “Todo esto lo he escuchado en los boliches, hablando y relacionándome con la gente”.
- “Fui testigo del hundimiento del Graff Spee, un suceso inesperado para la tranquilidad montevideana”.

TRADICIÓN QUE PERVIVE

Ricardo Prieto es poeta y dramaturgo, con su impulso se llevó adelante a principios de los noventa una tertulia a la que denominaron “Peña del Fondo” (pues se reunían en el fondo del bar), por la que recalaron escritoras y escritores reconocidos y anónimos, uruguayos y del exterior.

En 1993 llevó adelante un registro de los habitúes semanal, que quedaron registrados en una especie de Bitácora a la que pudimos acceder, donde nos encontramos con testimonios como éstos:

ESPACIO “CIRCULAR”
Prieto tenía 20 años cuando pisó por vez primera el Mincho. Transcurría el año 1962. Cuando se acomodó en una mesa de fondo del bar, contigua a esa mesa se reunían el (desconocido y misterioso) escritor L.S.Garini y la poeta Clara Silva.
En ese mismo espacio, años más tarde, Prieto iniciaría una peña que se transformaría en la continuación de una tradición nacida en los ’60.
- Nos comentó: “eran escritores consagrados (se refiere a Clara Silva y a Garini), y yo era un muchacho con poemas escritos en un cuaderno. Me aceptaron como uno más; ahí estaban Garini, Ariel Méndez, estaba Zum Felde ”

DE EXILIO Y OTRAS YERBAS
Rafael Ronamo dedicó su vida a la Antropología y vivió todo su exilio en México donde trabajó en el Museo Antropológico, Ciudad de México. Lo conocimos un miércoles de otoño y pudimos acceder a este testimonio de su llegada a Uruguay y al Mincho:

QUIEBRE DE LA DICTADURA
“El regreso a Montevideo, es como el regreso a los orígenes. Se llega con miles de visiones aún patentes, así como los rostros de los que fueron amigos en las circunstancias fortuitas y adversas: los sucesos vividos y aquellos perfiles de ciudades y pueblos recorridos. Con ese manojo del cual uno no puede desprenderse fácilmente. En ese trance por alcanzar un lugarcito, es que empiezo a desenvolver paquetes y tratar de acomodar libros, archivos, revistas, fotografías en aquellos espacios que fueron ocupados en el ayer por otros objetos”.
“En ese intento por acomodarme, aparezco en el Mincho para rescatar un lugar en el círculo de antaño. Entonces, se antoja que la vieja peña como un círculo, mantiene en el aire el recuerdo de los que no están en el presente”
8 de marzo de 1993
BITÁCORA PEÑA DEL FONDO

MAROSA Y EL MINCHO
Otras de las habitúes de la última época del Mincho fue la poeta Marosa Di Giorgio que definida por otro poeta (Elder Silva) “era un sistema solar, todos las rodeaban. Especialmente los más jóvenes”.

Marosa fue una férrea habitúe del Café Sorocabana de la Plaza Cagancha, donde Ricardo Prieto la conoció.

viernes, 23 de febrero de 2007

EL URUGUAY DE LAS VACAS GORDAS

Algunas iniciativas barriales recientes en torno a la utilización del predio del ex Frigorífico Nacional, nos hicieron investigar acerca de la
la vida, el trabajo y los espacios de socialización en la Villa del Cerro en aquel “país de las vacas gordas” o la “Suiza de América” y el imaginario, -diríamos montevideano- que lo acompañaba.
Especialmente a la identidad del barrio construida en torno a la industria frigorífica, que no es sólo un recuerdo.
En dos entrevistas con un ex trabajador del “Frigorífico Nacional” y uno de “Frigoríficos Swift de Montevideo”, nos confirman estas intuiciones y nos hacen mirar desde el presente a esos hombres y mujeres anónimos que habitaron y forjaron uno de los espacios con más identidad del oeste de Montevideo.

La abundancia sin término es parte de un pasado aparentemente lejano; sin embargo son unas pocas décadas las que nos permiten asomarnos al imaginario y la vida cotidiana del Cerro en torno a la industria frigorífica que lo identificó –entre otras actividades laborales-.
El panorama en el barrio con el cierre de los frigoríficos fue otro: miles de trabajadores perdieron sus empleos: algunos, los más agraciados pudieron jubilarse; otros (trabajadores del Nacional) pudieron reubicarse en otras dependencias del Estado, pero otros tantos tuvieron que rebuscarse en cualquier empleo.
La dictadura agudizó el deterioro provocado por las crisis económicas desmembrando uno de los polos gremiales más fuertes en el país.
- Cuando enfilo derecho la calle a la cancha del Artigas, me gritan:
- ¿Vas al cementerio?
- ¿De qué me estás hablando? –respondí.
- –Vas para ahí, para el Frigorífico?.
- Cuando enfoco a mirar el frigorífico, me di cuenta lo que sintieron esos compañeros cuando cerraron.
- Te estoy hablando de una comunidad.

Testimonio de Raúl Bertolini, ex trabajador del Frigoríficos del Cerro y Swift

A través de un primer encuentro con un ex trabajador del Swift y Frigoríficos del Cerro, llegamos a Palacio, un ex trabajador del Frigorífico Nacional que se emocionó profundamente al contarnos sus vivencias en el Nacional. El tiempo hace su trabajo, a veces. Luego de 30 años las vivencias perduran.

“EL CERRO DE HOY”

Nos dijo al respecto: “Hay un vacío. El Cerro de vivir y gastar en Cerro, hoy pasó a dormir y gastar afuera del Cerro. El Cerro hoy por hoy no tiene industria. No tiene ningún tipo de atracción. Han cerrado más de 60 bares –y la palabra del lunfardo- y boliches. Hoy la palabra boliche, es una palabra moderna y con otro carácter. La palabra boliche: nosotros le decíamos antes a cualquier bolichito de la esquina. Los boliches han cerrado, una cosa impresionante. Aquel almacencito que te vendía 100 gramos, cuarto kilo de yerba: hoy los supermercados los mataron”.


“Aunque el país todo ha caído en materia ocupacional, en ningún lugar tal vez haya tenido repercusión el cierre de los Frigoríficos como en la Villa del Cerro y sus alrededores.
El Cerro de hoy, es en gran medida la consecuencia del trabajo en los frigoríficos.
El poderío gremial de la zona del Cerro, era la concentración del trabajo en un período reducido.
En 1978 el gobierno de facto, decreta el cierre definitivo del Frigorífico Nacional”.

Extraído de JubiCerro N° 136
Publicación local del Cerro

ENTREVISTA A RAÚL BERTOLINI,
TRABAJADOR POR DOS DÉCADAS EN “FRIGORÍFICO SWIFT” Y “FRIGORÍFICOS DEL CERRO”
2 de setiembre de 2006

Una mañana inhóspita llegamos a la casa de Bertolini, situada en el viejo casco del Cerro: casa antigua donde relucían en una repisa algunos libros sobre la memoria del barrio. Hace doce años Bertolini comenzó con una serie de entrevistas a vecinos, tratando de dibujar algunos trazos de memoria a través de testimonios de hombres y mujeres que construyeron esa identidad barrial.
Publicó “Aquellos tiempos” en 1994, y “Memorias del oeste montevideano” en el 2000. “Destacando las historias que refieren a aquellos trabajadores dignos y útiles a la sociedad” (reseña del autor “Memorias del oeste montevideano”).
Todo lo recaudado con la venta de estos dos libros, se volcó a dos escuelas de la zona. El vínculo con el barrio es fuerte.

LA HISTORIA CONTADA POR UN TRABAJADOR
Bertolini nos hace parte de ese contexto:
-“El frigorífico Swift y el Artigas cerraron en 1957; fueron reabiertos en octubre de 1958: ahí se formó una sociedad especial, llamada Frigoríficos del Cerro (EFCSA), la que pensamos que era una hermosa oportunidad de seguir trabajando”.
-“Los beneficios sociales –que representaban mucho para los trabajadores-: la ropa de trabajo era a un costo muy barato, algunas herramientas de trabajo: (...) matanza, tripería, la carne y el servicio de restaurante. Eso representaba en sí mismo un ingreso no directo –pero era un ingreso-. La carne te invitaba a comprar en la carnicería. La carne generalmente la retirábamos, en el último tiempo era dos kilo por un peso”.

“EL QUID DEL ASUNTO”: EL ABASTO DE MONTEVIDEO
“Porque lo que fue deseo de toda la vida de los frigoríficos extranjeros era ganar el abasto de Montevideo. El abasto de Montevideo lo hacía el Frigorífico Nacional por una ley del año ’28: el Nacional pasó a ser un ente testigo de lo que se pagaba de los ganados en tablada y de los costos de producción”.
“Pese a todo eso, podemos decir que los frigoríficos extranjeros igual hicieron sus trampas”.
“También estaba dentro de lo que arguyeron, que la gran concentración de la fuerza gremial en el Cerro, que fueron tres (Frigorífico Nacional, Swift y Artigas).”

“Allá por 1956 en el Parlamento, hubo una propuesta de Rodney Arismendi de que nombrara una Comisión Investigadora de Costos de la Industria Frigorífica, especialmente los extranjeros” – nos relató Bertolini.

NACIMIENTO DE FRIGORÍFICOS DEL CERRO
“Como consecuencia de esa investigación de costos, ellos cerraron y decían que se iban del país. Lo decían –y lo digo yo- que se iban del país. Apareció un proyecto de ley, creo que fue el Dr. De Ferrari –y tenía vinculación con la gente de la Federación de la Carne- se hizo un proyecto de adquisición de los frigoríficos en base a lo que las empresas le debían a los trabajadores por conceptos de licencias no pagas, de despido, de salario vacacional e indemnización”*.

*Bertolini, hace referencia a la Ley 12542 “Frigoríficos Swift y Artigas” del 15 de octubre de 1958, por la que se “facilita un préstamo para su reapertura y se exonera de impuestos la transferencia de bienes”.

LA CAJA DE COMPENSACIONES
“El problema que tuviera el trabajador con la Oficina de Personal y ahí dilucidaban el problema. En caso de no dilucidarlo, lo llevaban a la Caja de Compensaciones –que esa fue una gran conquista de los trabajadores de la Carne”-.
“La protección de la Caja de Compensaciones –mientras la Caja tuvo plata- era un apoyo, porque ese fondo se formaba con lo que pagaban los trabajadores -3,5 por ciento de su salario-, con lo que aportaba la empresa –que era un poco más-, más una serie de aportes que hacía el Estado”.
“Cuando la vieja época de los norteamericanos, un trabajador titular se enfermaba y por un tiempo largo no iba a trabajar, se tomaba un nuevo trabajador”.

TITULARES Y SUPLENTES
“Pero, cuando no tenían trabajo y tenían la categoría de titular, estaban amparados por la Caja de Compensaciones; que en principio, les adjudicaba cien horas a un determinado salario, que era el salario básico”.
Bertolini recuerda que “cuando había un problema en un frigorífico: ese problema repercutía en los tres. Cuando había una lucha en un Consejo de Salarios por un salario mejor, repercutía en los tres frigoríficos”.

TRABAJO MANUAL
“La parte fundamental del trabajo, era el trabajo manual. Luego que el ganado entraba al Frigorífico iba a los corrales, de los corrales iba a la matanza, de la matanza iba a las distintas secciones”.

TODO SE TRANSFORMA
“Donde del animal lo único que se desperdiciaba era la orina y la sangre que caía cuando lo degollaban, pero todo lo demás del animal se aprovechaba todo”.
“Ahí se daba el trabajo de Tripería, separaban las vísceras, el trabajo en los cueros: se limpiaban los cueros, los salaban, se teñían para exportación. El trabajo con las carnes que no eran buenas para exportación –porque el Swift y el Artigas trabajábamos para exportación. Porque la carne que no era buena, que era de segunda calidad iba a parar a las conservas.”

“Otras carnes vacunas que eran un poco mejores mezcladas con la carne de cerdo, iban a los productos porcinos. Hasta las guampas del animal se aprovechaban, porque incluso se vendían. Pero, además, se producían otro tipo de cosas: legumbres, frutas y verduras; se hacían dulces, se hacían conservas.
Había un trabajo muy amplio y todo eso repercutía en un período bastante interesante, la gente tenía trabajo y había entrada de dinero.”

MARACANÁ Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

“La Segunda Guerra Mundial posibilitó que tanto el Swift, el Artigas, como el Nacional trabajaran para exportación –además de mantener el abasto el Nacional”.
“Eso era una mina de oro para la industria frigorífica. Curiosamente, mucha de esa mercadería se embarcaba en el puerto, salía al Atlántico y muchas veces no llegaba, la quedaba en el fondo del Atlántico”.

“Un contexto que a muchos no les gusta, aunque parezca mentira lo que muchos resaltan es Maracaná y hay gente que ha quedado anclada en el Maracaná”.
“Yo no voy al fútbol por distintas razones, pero cuando veo esas banderas que dicen “Maracaná 1950”!.(…)
El pasado fue muy importante, pero fue –sentenció Bertolini-”.


CIERRE DE LOS FRIGORÍFICOS
“El cierre de los frigoríficos a fines de los cincuenta, lo vivimos duro. Estábamos en una época donde empezaban las dificultades; lo cual es una marca: a partir de los cincuenta vinieron todas las dificultades. Así que de pronto estábamos 5 mil trabajadores en la calle”.
“La Caja de Compensaciones en el caso de los sindicatos de los obreros, ya tenía dificultades económicas, y al tenerlas el pago de ese subsidio por desocupación se iba espaciando” –enfatizó Bertolini-..

CREACIÓN DE FRIGORÍFICOS DEL CERRO
Y CIERRE DEL SWIFT
“Habían dado cinco millones de pesos para que los reabrieran.
No los reabrieron, y la plata pasó al Artigas; de a poco lo fueron retirando al trabajo. Y en julio de 1960, la Dirección de Frigoríficos del Cerro que era propietaria –comillas- de los dos Frigoríficos -integradas por sindicalistas obreros de las dos plantas-, le comunican a los trabajadores que estaban dentro del Frigorífico Swift: que la planta iba a ser cerrada en forma temporal”.
“Algunos de nosotros –que estábamos más avivados- dijimos que “el temporal iba a ser grande”. De julio de 1960 para adelante, el Frigorífico Swift nunca más reabrió”. “Pasó a ser una ruina.*” –afirmó-.

*Hoy el predio del Swift es zona militar.




Con respecto a la memoria de la Villa del Cerro, este ex trabajador del Swift, acotó:
“En un momento dado, dentro del Programa APEX a alguien le pareció interesante rescatar la memoria. No me dediqué específicamente a la memoria de la industria frigorífica: porque el Cerro no era solamente industria frigorífica. Había otro tipo de actividades: estaba el varadero, estaba la textil”.
“El Cerro era un emporio de trabajo. Pero creo que hubo una cuestión errada creyendo que el Cerro se podía segregar del resto del departamento. Teníamos la carne pero no era nuestra. Esa autonomía, no la había. Eso es un slogan”.

Bertolini nos dejó acceder a una entrevista que realizó en marzo de 1994 a un ex trabajador del Frigorífico Artigas (EFCSA), de la que tomamos algunas anécdotas:
“Cuando fui al Frigorífico tenía 15 años. Sí, en 1936 ingresé al Artigas a trabajar con pavos. Me consiguió el trabajo el catalán Pons –era vecino mío-. Pelábamos pavos, toda la muchachada entraba para ese trabajo”.
“Hicimos la zafra, después nos dieron el vale (despido) y al mes me llamaron para la Playa.”
”En 1944 (…) se consiguió una ley, que fue de despido.
Por la cual obligaron a la empresa a que nos tomaran, cada cual a su puesto”.
Este ex trabajador: comenta la existencia de listas negras desde las primeras épocas del Swift y del Artigas, comentando: “Porque si Ud. era rebelde, Ud. sólo, tal vez no pasara nada. Ud. podía tener la idea que quisiera, bastaba que cumpliera con el trabajo y no contagiara a los demás a la empresa”.

TODO TIENE UN PRINCIPIO...
1912 INAUGURACIÓN del “Frigorífico Montevideo”
1916 se convierte en el “Frigorífico Swift de Montevideo”, primer ingreso de capitales norteamericanos en la industria cárnica uruguaya.
Octubre de 1917 comienza a funcionar el “Frigorífico Nacional”. 1928 se transformaría en el ente testigo, contando con el monopolio de la faena de vacunos, ovinos y porcinos, destinados al abasto de la población montevideana y para exportación*.
*Extraído de diario zonal “Cosmópolis”, 5 de set. de 2006

A través de Bertolini y su investigación, llegamos a Jerónimo “Bebe” Palacio, un ex trabajador del Frigorífico Nacional que se emocionó profundamente al contarnos sus vivencias en el Nacional.
El tiempo hace su trabajo, a veces. Luego de 30 años las vivencias perduran.

Testimonio de Jerónimo “Bebe” Palacio, ex trabajador del Frigorífico Nacional
- ¿Cuándo entró a trabajar al Frigorífico Nacional?
- “Entré en el ’65 con quince años, tenía el permiso de menor, tuve que sacar el permiso de menor porque en ese tiempo te lo exigían por el Consejo del Niño. Todavía lo tengo al carné, que era de la Federación de la Carne –para el futuro Museo”-.
“Como menor empecé a trabajar en tiempo que todavía se trabajaba descalzo: se trabajaba en invierno y en verano descalzo”.
- “Entonces, en el sesenta y pico cuando entramos una camada de gente joven: tenías que lidiar con esos viejos medios duros. Teníamos que trabajar descalzos, era insoportable eso en invierno. Era pavoroso. Había que vivirlo. Yo digo que tengo la suerte, la dicha de haber conocido la parte de la historia, de ser partícipe de la historia”.
Nosotros a las cuatro de la mañana teníamos que estar vestidos. Después en el ’65, ’66 empezó a tener injerencia el Ministerio de Ganadería con su parte de ayudantes de veterinaria; y ya te exigían, porque te daba el beneficio de las botas. Las botas la empresa te la daba, pero como había ese arraigo de trabajar descalzo se hacía. Cuando el Ministerio de Ganadería empezó a tener injerencia y empezó a prohibirlo.
- ¿Cómo vivió el barrio la importancia, la inserción de los frigoríficos?
- “Y bueno, esa era la vida del Cerro, de las familias.
- Cada obrero o empleado que trabajaba en el Nacional tenía dos kilos de carne por día, hasta la huelga del ’69 tenía dos kilos de carne de lunes a sábado”.
- “Eso venía a ser un sueldo más. Le da otro poder. No había hambre. Un familiar que trabajaba en el Nacional siempre estaba ayudando al padre -si era casado-, a una tía, o a una hermana o a un vecino. Siempre había una ayuda. O lo intercambiaba por legumbre.
- Las verduras, que acá (...) antes en el Cerro se intercambiaban. Había solidaridad. El Cerro los días de quincena, por la calle Grecia era una fiesta, era un picnic”.




LOS DÍAS DE QUINCENA
- “Las madres salían con sus hijas a buscarle candidato, le decían
–aquél m’hija que trabaja en el Nacional, que tiene dos kilos de carne. Eso eran unas vivencias que fueron fabulosas –culminó Palacio-.

- ¿Se les pagaba lo mismo que a los hombres?
- “No, todo tiene sus categorías. Diferenciados, sí, de trabajos. Pero no eran muy mal pagos algunos sectores. El Nacional –creo, dentro de todo- no hizo mala justicia por los trabajos realizados. Porque había trabajos de destajo. Incluso llegó a haber una sección dentro de la parte que involucra matanza y derivados: que las mujeres ganaban más que los hombres. O sea, que puede ser otras secciones que se llamaba salario por día, y se marcaba eso”.
- “Pero en faena, llegó a haber una parte que la mujer ganaba más que el hombre. O sea, que hubo un poco de paridad. El Nacional fue un poco líder, en cuanto a eso”.

¿TAREA DE MUJERES?
Pero los recuerdos de Bertolini con respecto a este tema no son los mismos: “En las secciones que había (mujeres) era: matanza, tripería, conservas, matanza de cerdos, en las especialidades: salchicha, chorizo, en la misma picada –la separación de la carne del hueso-. Eso sí, tenían un salario más bajo que el hombre.”.
“Por ejemplo, vamos a suponer una tarea muy simple, que pagaban 1,04 por barrer la sangre de la matanza”.
“El único lugar donde la cosa estaba más pareja era en destajo, ahí podía ganar lo mismo que el hombre”.

PRODUCTOS DEL FRIGORÍFICO NACIONAL
- “El Nacional, desde que entraba el animal lo producía todo –sostuvo Palacio-..
- Un viejo dicho: lo único que se escapa es el balido, y otro decía
–no, porque está en las películas”.
“Había se elaboraba todo lo que fuera cárnico y derivados. Chacinería, tuvo pavos –elaboraba pavos”-.
“Eso en cuanto a la parte cárnica. El famoso corned beef, que se exportaba”.
“El corned beef, la famosa salchicha de Viena, la lengua prensada, los rabos, la pasta de ternera”. “Después, la sección de Frutas y legumbre: donde se elaboraba el membrillo, el durazno. Tenía de todo”.
“Yo trabajé del ’65 hasta la huelga del ’69. Después estuve tres meses afuera. Después entré en el ’70 hasta el ’78, que cerró el Nacional”.

EL CIERRE DEL NACIONAL
- ¿Cómo vivió el cierre?
- “Con mucha tristeza, porque fue toda una crianza, una vida.
- Y después a salir a buscar la vida a otro lado, pelear la vida en otro lado. Somos hombres, padre de familia, gremialistas.
- Defender la clase trabajadora: una enseñanza”.

LA ÚLTIMA GRAN HUELGA DE LA INDUSTRIA FRIGORÍFICA
“La huelga del ’69 por la quita de la carne. Vivimos tres meses, tres meses largos (...). Lo que fueron las luchas: cómo no me voy a acordar las barricadas en el puente Pantanoso, que hoy es Santín Carlos Rossi”.


PROYECTOS Y ASUNTOS PENDIENTES
- Y continúa “lo que sí nos quedó pendiente, que nosotros tendríamos el derecho de lo que fue la venta del Nacional. Nosotros creíamos que teníamos derechos como empleados, cuando se disolviera el Nacional”*.
* Palacio se refiere a la Ley 16102 de “Indemnización”, del 1 de noviembre de 1989.


“DESTINO de LAS PLANTAS FRIGORÍFICAS”

Bertolini opinó sobre el destino que se les ha dado a los locales de los frigoríficos del Cerro, y nos dijo respecto al Artigas:
“Este proyecto que está haciendo el Parque Tecnológico Industrial, es en cierta medida, rescatar el espíritu no del Artigas sino el espíritu de la fuente de trabajo”.

-¿Qué sintió con el cierre de los frigoríficos donde usted trabajó dos décadas?
“Una cosa es que vos seas solidario cuando no sos parte del problema y otra cosa es cuando te toca de cerca. Y a nosotros nos pasó cuando nos despidieron, en nuestro establecimiento: los dueños nos despidieron en noviembre de 1969, después de la famosa huelga de los beneficios sociales”.

- Le preguntamos cómo se adaptó a otra labor después de 20 años de trabajo en la industria frigorífica. Respondió: “pero vos te hacés duro por las cosas que perdés” –sentenció Bertolini-.

LA BELLEZA DE LO COTIDIANO

La geografía de nuestra ciudad estuvo fuertemente ligada al emplazamiento y presencia de cafés y bares. Entorno a ellos se tejieron amistades, encuentros, y desencuentros entre destacadas figuras de diferentes ámbitos. En una de las vueltas de Montevideo “descubrimos” un grupo de amigos que se juntaban todos los miércoles en la tarde en un bar llamado “Mincho”. Nos acercamos. Nos contaron que era lo que los unía: “el gusto por la literatura y la amistad de tantos años”. De hecho esta tertulia tiene su raíz en un tertulia conformada en los años `60 e integrada por Clara Silva, Alberto Zum Felde, entre otros personajes de la época. Tradición retomada por este grupo de amigos, en los años `90, en la vuelta de la democracia.

Este primer encuentro nos motivo a investigar un poco acerca de otras tertulias, y a su vez fuimos rearmando una historia no oficial, basada en personajes que en cierta medida construyeron la identidad cultural y literaria de nuestro país.

Fue así que el dramaturgo y poeta Ricardo Prieto nos dio a conocer una bitácora de algunos de los hombres y mujeres -anónimos para la gran mayoría- pasaron y dejaron la impresión de un grupo que se denominó la "peña del fondo" y tuvo lugar a principios de los noventa en el Mincho Bar.

“(...) Me siento tan montevideano, que no concibo que hubiera podido nacer en otro lado.”

“Encuentro en esta peña, el latido de una ciudad que tanto quiero y que tan difícil se me hace a veces, y que gracias a estos queridos parroquianos amigos, me ayuda a vivir los últimos tramos de mi vida (...)”.

BITÁCORA PEÑA DEL FONDO
1 de marzo de 1993


“(...) Quisiera estar aquí cuando no esté (...), dejar algún recuerdo de los que nos reunimos en este sitio frente a un café o a un vaso de licor, para soñar hablando dela realidad, como si la realidad existiera”.

BITÁCORA PEÑA DEL FONDO
29 de noviembre de 1993


Estamos en la tercera etapa de la Peña del Mincho. Yo ingresé en la segunda, allá por el setenta y pico, poco antes del Borda. Luego atravesé los años de la dicta, con los compañeros del inxilio. Y ahora, desde el 85 para acá, componemos la tercera etapa”.

“Se me hace que van quedando sólo los veteranos. Hoy somos 10 y sumamos unos 700 años.”

“Los jóvenes jamás vienen por aquí. Están en otra cosa. Igual que los viejos distinguidos”.


BITÁCORA PEÑA DEL FONDO
febrero de 1993

CONTAR UNA HISTORIA AUDIOVISUAL

"Cuando se filma un documental se filma la vida, los valores y emociones de un pueblo”

Documento fundacional de la Asociación de Documentalistas Argentinos, DOCA

“Un país sin documentales, es como una familia sin un álbum de fotos”

Patricio Guzmán, Cineasta chileno

“Ése es precisamente el motivo de la fascinación que ejerce el video como instrumento. Nos permite descubrir las virtualidades que hay en él, que son desconocidas para quienes lo inventaron y para quienes pagan su producción. Y nos permite dirigir en otra dirección su proceso evolutivo”.

“(…) Se puede manejar el video con gestos que hemos descubierto por otros medios de comunicación, como ciertos gestos de películas, textos, composiciones musicales, especulaciones filosóficas. Con todo, se dará en los mismos una calidad nueva. Y esa nueva calidad derivará de la estructura dialógica del video.”

Vilem Flusser, Capítulo 17 “El gesto del video”
“Los gestos Fenomonología Comunicación” (1991)